Patricio Manns
Hay compañias de toda la vida.
Conocí Patricio cuando era estudiante.
Él era ya famoso, sobre todo después de su “Arriba en la cordillera y sus “Mares vacíos”.
Me gustaba cantar, entre tantas otras, su “Lautaro en el viento”.
“Por si alguno lo pregunta dí
que es un río que en la noche va.
Que recorre el bosque
que desborda el llano
que hunde su puño en el mar.
Y es el sol de la mañana indiana
Con los rayos de la libertad”.
Lo volví a ver en lo años ’70, cuando le cantaba a “América novia mia”, al “Bandido”, a “Lota (donde) la noche es brava”, al niño que “calzas zapatos de piedra, llevas un gorro de escarcha, te abriga un viento de invierno, la lluvia llora en tu marcha”.
Después llegó el exilio.
Lei sus libros y seguì escuchando sus canciones
Le mataron un hijo porque se llamaba como él.
En los ’80 le cantó al “El cautivo de Til Til”.
No sé si era su intencion, pero su canto a Manuel Rodríguez, el héroe popular de la independencia, siempre me hizo y me hace pensar en Allende.
“Dicen que en la guerra fue el mejor
y en la ciudad
le llaman el guerrillero de la libertad”,
Después del horror, volvió a Chile.
Del concierto de bienvenida tome esta cancion.
El argentino Horacio Guarany canta:
“”Sí se calla el cantor, calla la vida”.
Pero Patricio, como Victor, no se callará.
Nos dejó sólo más solos.
Y, aunque lo diga la Violeta, “volver a los diecisiete después de vivir un siglo”, es siempre más arduo.